domingo, 3 de abril de 2011

INTERCULTURALIDAD

NUESTRO SABER DE LA VIDA Y LA INTERCULTURALIDAD

Cuando los primeros cronistas españoles escucharon nuestros relatos de cómo vivíamos y la forma de relacionarnos con la naturaleza, que nuestros ayllus eran como un gran telar que va haciendo cintas y entrelazándose permanentemente, que nuestra familia no solo son nuestros padres e hijos, sino además las chacras, el ganado, los cerros, el río, el aire, en fin todo lo que nos rodea, no entendieron que nuestra sociedad la habíamos organizado en base a la armonía cósmica y el respeto a todos los seres materiales e inmateriales que habitaban en la pachamama.

Cuando escucharon que las aves al igual que todos los demás animales hablaban, que el río podía reír, llorar, que incluso los alimentos hablaban y que sus almas se les podía ver en los caminos como si fueran niños ya que el hombre los trataba con respeto y con cariño, creyeron que eran fantasías exageradas, carentes de sentido que reflejaban el salvajismo y nuestro atraso cultural. Aunque no podemos dejar de reconocer que muchos de estos hombres que llegaron con la conquista carecían de cultura y difícilmente habrían podido entender la sutileza y refinamiento de nuestra cultura.

Nos catalogaron de herejes, sacrílegos, brujos, etc., ya que a esa conclusión llegaban después de escuchar tan fabulosas narraciones. Algunas míticas y otras que hablaban del diario vivir.

¿ Cómo pueden los animales hablar con la gente ?... ¡Eso es cosa de brujería!

Sin embargo no se detenían a reflexionar que en el génesis del Antiguo Testamento, se narraba que la serpiente, que en ese entonces caminaba erguida, le había dicho a Adán, que comiera del fruto del árbol del conocimiento y este le había hecho caso.

En otro relato bíblico se dice que Moisés en la montaña escuchó una voz que le hablaba e indicaba lo que debía hacer para que su pueblo fuera por el buen camino.

Si bien nuestra narraciones sorprendían y espantaban a los clérigos españoles, no sucedía lo mismo con nosotros cuando escuchábamos las suyas.

Nosotros entendemos que allí descansan, reposan, las almas de nuestros abuelos, que nos cuidan, aconsejan y protegen.

Episodios como los mencionados nos hacían ver que si bien su religión era distinta a nuestro entender, que tenían un Dios de dolor, que se atrevían a mostrarlo casi desnudo, sangrando, sufriendo y otras tantas barbaridades como que se comían su cuerpo y bebían su sangre, muchos de sus planteamientos -sobre todo del Antiguo Testamento- podíamos entenderlos yconsiderar que eran válidos.

Si el Gran Hacedor del Universo había creado hombres rojos, blancos, negros, amarillos y cobrizos, pudo haberles dado diferentes formas de relacionarse con él siempre que ello no alterase el equilibrio cósmico y su armonía. Finalmente todos éramos sus hijos y recibíamos su energía.

Evidentemente en ese momento se dio un grave conflicto intercultural, donde el español menosprecio nuestra cultura, trató de imponer la suya y borrar todo vestigio de cultura andina.

Los siglos transcurrieron y este conflicto generó un sincretismo cultural que nos permitió conservar nuestra identidad y conocimiento, pero disfrazándolo, mimetizándolo con elementos propios de la cultura europea.

El problema ha radicado en que para ellos la historia y la ciencia deben estar basados en hechos objetivos y además demostrables, aunque no puedan demostrar las afirmaciones bíblicas. Su obsesión por la objetividad es tal que terminan reduciendo y convirtiendo todo a objetos. Por lo tanto carentes de vida.

Nuestras narraciones hablaban de sucesos en los que intervenían todos los seres: hombres, animales, plantas, etc. Donde cada quien contaba lo suyo, como lo había visto y vivido, para finalmente enlazarnos y ayudarnos entre todos.

Y estas eran similares a las antiguas fábulas europeas, donde se mencionan duendes, hadas del lago, animales que hablan, en las cuales se encuentra narrada la verdadera historia de Europa, pero que no pueden reconocer ya que lamentablemente han perdido sus raíces, han roto con su pasado y creen que la historia solo la han hecho ellos.

No entienden que nuestras narraciones y la forma que tenemos de ver la vida, es similar a la que ellos tuvieron en un remoto pasado y que pudo haber sido rota por una catástrofe, invasiones o conflictos.

El científico moderno, esboza una sonrisa, cuando ve que un indio se pone triste y preocupado por un eclipse y si bien no se burlará, sentirá que éste aún conserva ciertas creencias que no deberían existir en el siglo XXI, con la tecnología, globalización y comunicación existente.

Pero el indio no se ríe ni burla cuando ve el pánico y caos total que les provoca la caída de la Bolsa De Valores o del dólar.

Nosotros nos ponemos tristes porque recordamos, gracias a nuestra memoria genética, lo que sucedió en un remoto pasado, cuando después de un eclipse total del sol, todo se apagó y las montañas se levantaron.

Al final de ese interminable día, los Aymaras y otros pocos pueblos, logramos sobrevivir.

La tristeza y pena que nos da es grande, pues afectó toda la vida del planeta y la culpa no fue nuestra. Es probable que la catástrofe en Europa fuera tan descomunal que destruyera todo, quedaran solo unos pocos hombres aislados y, que perdieran su pasado y sabiduría.

Que caiga la bolsa de valores, el dólar o que se produzca un quiebre financiero no es algo que pueda preocuparnos, ponernos tristes, temer una catástrofe. El eclipse ... si!

Los pueblos originarios de nuestra selva y el ande, los pieles rojas, mayas y mapuches en nuestro continente, al igual que indues, tibetanos y otros, son poseedores de una antigua cultura que es ciencia y podemos no haberla conservado intacta, que aún esta latente y viva.

Somos portadores de una memoria antigua. En ella nos sumergimos, en ella nos refrescamos y de ella volvemos a salir limpios, lo cual nos hace comprender que estamos vivos, que nuestro pasado no desapareció, que sigue vivo y nuestro futuro también.

Que pasado, presente y futuro permanecen enlazados y emanan vida.

Distinto es el caso de la cultura que nos impusieron, que le reconocen 2000 años de antigüedad y sus exponentes más osados 5000 años, ya que con esos fechados solo consiguen negar las raíces que los engendró, reduciendo impresionantemente su memoria cultural e historia, negándose inexorablemente a ella misma y vetando sus posibilidades de conocer la armonía y belleza de la vida.

Es evidente que en tantos siglos de primacía cultural, han aprendido a utilizar el lenguaje y las palabras y lograr que se entienda lo que ellos quieren decir, mas no el significado real de esas palabras, su valor etimológico, lo cual forma parte del aculturamiento: provenir de una cultura, pero solo conservar su aspecto formal y no la esencia de ella.

Por ejemplo, ellos hablan de CREAR, y nosotros, los pueblos originarios decimos ENGENDRAR. Parece igual pero el contenido es distinto.

Su idea implica desarrollo. Nacer, crecer y morir, que al final todo se acaba. Nosotros creemos que no es así, que la vida no se acaba. Es vida.

Que se transforma y cambia pero no muere. Por eso le damos un nombre a cada uno de esos cambios, es vida que cambia, crece y se desarrolla.

Hoy son varios los países que hablan de la necesidad de desarrollar una educación intercultural, pero nos preguntamos ¿Cuál?... ¿Cómo?... ¿Para qué?

En nuestro país, en los 2 últimos años hemos escuchado hablar del mundo andino, de su milenaria cultura y alto grado de desarrollo alcanzado, incluso el Presidente de la República juramentó al cargo en el Cusco, pero hoy la preocupación del Gobierno es este aspecto, esta centrada en la amazonía.
No quiere decir ?a nuestro entender? que nuestros hermanos de la selva sean superiores o inferiores a los del Ande, pero no se puede negar que los andinos hemos abierto un espacio por donde dejamos oír nuestra voz, que nos levantamos contra la opresión colonial, que nuestros montoneros pusieron la cuota de dignidad en la Guerra del Pacífico y últimamente, convertidas en rondas campesinas, vencimos la subversión y el terror político.

¿Será que a eso le tienen miedo?....¿Les genera desconfianza? Y pretenden mostrar al mundo solo la indianidad de nuestro hermanos de la selva.

Al hablar de Interculturalidad es necesario reconocer que las culturas que se van a encontrar, tienen la misma fuerza y el mismo valor: la moderna y la india.

Si solo se va a pretender enseñar a los niños de los pueblos originarios las ideas occidentales en nuestras lenguas maternas, es un grave error, que esta condenado al fracaso.

Es cierto que nos va a causar daño, pero si hemos sobrevivido a un permanente y sistemático aculturamiento, estamos seguros que no podrán cambiar nuestra manera de pensar y ver el mundo.

No se trata de eso y tampoco lo queremos, pero si van a hablarnos de Interculturalidad, lo primero que deben hacer es acercarse a nuestra cultura, verla desde nuestros ojos, aprender a respetarla y luego mostrarnos la suya, que pueden estar seguros, no tendremos el menor temor en aceptar lo positivo de ella, a fin de continuar haciendo vida... como siempre lo hemos hecho.

Juan Rivera Tosi. 14/07/2003


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