viernes, 31 de diciembre de 2010

Pukiu llaqtapi Yaku Raymi

FIESTA DEL AGUA EN PUQUIO.

Por: Juan Francisco Tincopa Calle

Pukiupi Yaku Raymi ó La Fiesta del Agua en Puquio, comúnmente conocida como “La Sékia”(pronunciación corta del vocablo castellano acéquia), es un evento que conmueve profundamente a mas de 15 mil habitantes de nuestros ayllus ancestrales de Puquio: Qayau, Pichqachuri, Chaupi y Qullana. Lo que transcurre en esos días, del miércoles de la segunda semana al miércoles de la 3ra semana de Agosto, es en verdad una organizada y respetuosa secuencia de eventos espirituales, ceremoniales y festivos, que envuelven a la comunidad por completo y que forman parte de una de las mas importantes celebraciones a la Pachamama, a la vida, al mundo que nos cobija, esta vez en la persona del Agua, nuestra fuente de vida y alimento esencial.

Las personas humanas estamos formadas en un 70%, por agua. No es ese suficiente motivo para considerarla sagrada? Así lo consideramos en nuestra cultura. La nieve, las lluvias, los lagos, mares, ríos y manantiales son, en conjunto, el agua del planeta tierra en el que vivimos, éste también es un ser que reproduce similar complejidad de las relaciones e interrelaciones como nuestra biología humana. La vida misma hace de cada uno de nosotros parte y/u organismo del otro, de modo que todos estamos interrelacionados en permanente balance y equilibrio, del mismo modo que nuestros órganos del cuerpo humano. Agua, Fuego, Minerales, Vegetales, son partes esenciales de la existencia de todos y cada uno de los seres vivos, pero el agua es la más importantearte sin la cual nuestra vida sería imposible.

La ciencia y oficio de vivir en comunidad, aprendido durante mas de 10 mil años por nuestros ancestros, consiste precisamente en saber hacerlo en balance, equilibrio, armonía y cariño con el agua como con todos, y fructificando la alegría de nuestro paso por este mundo.

Durante siglos y posiblemente milenios, los ayllus de Puquio realizan esta celebración, que empieza con la ceremonia sagrada en la Kulluma del Huamani Don Pedro Orqo y los distintos puntos donde se hacen los sucesivos Chaninchay o “Pagapas”, que equivocadamente se suele, interpretar como un ritual de “pago a la tierra”. Estas experiencias siempre implican un rico aprendizaje y fortalecimiento de la espiritualidad, gracias a los conocimientos ancestrales que rescatamos con el ejercicio de nuestra memoria ancestral, transmitida de generación en generación, de manera simple y profunda a la vez.

El Yaku raymi nos hace recordar que celebramos la vida, porque sabemos vivir en balance, equilibrio y armonía, celebramos a la Pachamama, por que ella nos cobija y nos hace fructificar, celebramos al agua por que ella es la savia de vida que nos alimenta. Y lo hacemos en la persona de los Apu Huamánis que nos brindan generosos esa savia, sangre de sus venas, para alimentar a todos y cada uno de los que convivimos en los ayllus. Que motivo tan hermoso para hacer fiesta, para disfrutar, al mismo tiempo que respetarnos.

Huamani Don Pedro Orqo:
Protector de los ayllus de Puquio

Nuestros ayllus en Puquio celebran y hacen fiesta, rogando y agradeciendo, implorando a la Pachamama y asumiendo la responsabilidad de corresponderle con respeto y cariño. La alegría general se da en dicho contexto sagrado y espiritual.

En esta celebración, la comunión con el gran espíritu sagrado, Yaya, o Dios, se hace visible por y a través del agua. Nuestro modo de vida teje un aprendizaje en la relación armoniosa y equilibrada con la naturaleza misma, por eso para nosotros Don Pedro Orqo es Qaqru Yaya, padre protector de los ayllus de Puquio.

Qayau y Piccqachuri, concurren hasta un punto, y Chaupi hasta otro; posteriormente en Setiembre Qullana, asiste a un punto más cercano. Esta dispersión fue promovida por los occidentales para generar la división. Este ha sido un proceso de varios siglos. Pero pese a todo hemos mantenido vigente la tradición y siempre estamos tratando de recuperar la hermandad de los cuatro ayllus de Puquio. Los factores externos presionan para dividirnos, nuestro Padre protector, el Huamani Don Pedro Orqo, nos recuerda permanentemente que somos hermanos en su sangre, el agua sagrada con la que todos vivimos.

Por eso, con el Alba y las visitas anunciadoras de la Celebración, los Aukis y Pongos preparan a puerta cerrada, con toda devoción, las ofrendas que hemos de llevar a nuestro Huamani Don Pedro Orqo, que es un apu, poderoso ser de nuestra sagrada Pachamama. En horas de la noche, se hace un despacho a estos mensajeros de la comunidad, donde asisten autoridades comunales, varayuqs y los cargontes y sus kuyaqs, para despedirles y desearles que la jornada sea sin contratiempos. Que la luna los guíe y no extravíen el camino; que no se les crucen malos espíritus o malas señas; que tengan suficiente fuerza y valor para cumplir con rigurosa puntualidad la tarea encomendada.

Auki y Pongos, caminan a paso constante desde las 9 de la noche del día Jueves hasta minutos antes de las 6 de la mañana del día Viernes. En ese momento y al primer rayo de luz que nos envíe nuestro padre Sol, ha de iniciarse la ceremonia sagrada del Chaninchay, en la misma cumbre donde esta la Kulluma, en la que durante cientos y miles de años se hace la ofrenda principal a nuestro Huamani, Don Pedro Orqo, cuyo nombre oríginal es Qaqru Yaya.

Ceremonia sagrada y respetuoso cumplimiento del Chaninchay

De las venas de nuestro Huamáni, brota el agua que bebemos en Puquio, la misma que además riega nuestros cultivos, dándonos de esta manera la posibilidad de vivir. Todo lo que fuimos y somos los ayllus de Puquio se lo debemos a don Pedro Orqo y su savia o sangre vital: El agua. Por eso celebramos con júbilo esta fiesta, y por eso, debemos respetar y seguir con el mismo recogimiento de milenios, la ceremonia del Chaninchay, parte fundamental de la Fiesta del Agua en Puquio. De hacer correctamente nuestras ofrendas, de cumplir respetuosamente las instrucciones sagradas de la pachamama, que nos indica como debemos vivir sin odio y en armonía; el año siguiente las cosas irán bien, habrá buen tiempo, buenas lluvias, y si hacemos buenas siembras, y cuidamos como es debido nuestras plantitas, tendremos buenas cosechas. Así ha sido siempre, desde el tiempo de los abuelos.

El Chaninchay es la ofrenda que entregamos con profundo respeto y cariño a nuestro huamáni, y esta constituida por los kawsay o alimentos que fructificamos en los ayllus, las papas, Ocas, Mashuas, Quinua, maíz, etc. Las flores, las chichas, los animalitos (hechos con la masa de llampu y chicha) con quienes nos criamos: vaquitas, ovejitas, perdices, cóndores, etc. Siempre se invoca y tiende al Koka Kintu, se sella la mesa y la “caja de ofrenda” con llampu, y se adorna con claveles en lautón Todos los que vivimos y nos criamos en ayllu. Hay muchos detalles ceremoniales que solo compete manejar al Auki y los pongos. La comunidad de Chaupi solía aun sacrificar una llama o alpaca juvenil. En el chaninchay estamos expresando nuestro agradecimiento y al mismo tiempo estamos invocando la protección del Huamani y la Pachamama, para comenzar una nueva temporada de siembras y fructificar la vida, en todos y cada uno de los seres, y en todos los aspectos.

Estamos ofrendando lo que hemos logrado, en una especie de entrega de resultados de nuestra vida en obediencia de las instrucciones sagradas de la Pachamama. De no ser así, y si el Auki incurre en errores graves de comunicación y respeto, el año que viene, hemos de tener las dificultades propias de este desbalance y falta de sinceridad. Si al abrir la caja de ofrendas del año pasado, las semillas de la ofrenda han fructificado, esta es una buena señal, todos estamos contentos y nuestro entusiasmo y sentimientos de gratitud nos desbordan.

Camino a la Kulluma, se hacen varias ofrendas en puntos de la ruta que son ya señalados y conocidos por los Aukis. Todos son importantes de modo que no se puede olvidarlos, eso nos indica también en la vida de las comunidades la actitud de consideración que debemos tener hacia todos los demás. Posteriormente a la ceremonia en la Kulluma, aun hay un importante Chaninchay que se hace al descender, en la falda del Huamani, de donde brota un manantia. Se debe caminar por la acequia con el agua corriendo entre los pies, a una altitud y temperatura realmente heladas, todos beben del agua sagrada en el ojo de manantial, a las 7 de la mañana y con el viento frío de Agosto. Ese sorbo de agua es de un sabor exquisito, indescriptible.

Camino de retorno del chaninchay, desde las 7 de la mañana hasta las 3 de la tarde aproximadamente, que debe llegarse al punto llamado Muyalla (para Qayau y Pichqachuri) y Urabamba (para Chaupi). Cuando nos acercamos al reencuentro con nuestros ayllus, Los Aukis han adornado sus sombreros con el waylla ischu y sus cruces con la flor de qantu. Así, en ordenada fila de hermandad, se empieza a entonar el canto sagrado de Celebración a nuestro Huamáni e inicio de la Fiesta del Agua. En ese canto se expresa la actitud de respeto y cariño a nuestro Huamani como a todos los Huamanis; la disposición de limpiar nuestro corazón de el odio y las bajas pasiones; y la profunda evocación a la vida armoniosa en los ayllus.

"Angusay" en Muyalla y Urabamba


Hacia Muyalla y Urabamba, han concurrido el Viernes, desde medio día, todos las familias de los ayllus de Qayau Pichqachuri y Chaupi. Algunos lo conocen como el día de la “Picantada” porque allí, todos sin excepción, son invitados a servirse los alimentos llevados por las mamachas de los ayllus, cargontes, kuyaqs, y colaboradoras. Todas las familias que se sienten gratificadas por el Huamani, nuestra pachamama, y el agua que nos brinda, participan al unísono y concurren al Angusay, donde brindarán sus diversos alimentos: tamales, patachi de trigo, puspo, teqte, oca, papa, llama kanka, sara lawa, etc. y abundante chicha.

Esta tarde el jubilo es general, hombres, mujeres, niños y ancianos, todos por igual están hermanados en el disfrute de los frutos del agua. Simultáteamente, flautista y la niña danzarina, los danzantes de tijeras, los negritos y los sallqas o llamichus, han concurrido a contribuir con la alegría, poniendo la cuota de música, parodias y la expresión corporal extraordinaria de sus danzas. Cada personaje tiene una función y un mensaje que dar, pero todos han concurrido allí para testimoniar su agradecimiento al Huamani por el agua que nos regala, y brindar con ella, en un saludo de cariño, el anqusay que teje los brazos y abrazos de todos los comuneros de manera general en un concierto de colores y sonrisas y alegrías que realmente son el rostro viviente del ayllu, de la alegría de vivir en comunidad.

Los llamichus o sallqas son personajes de mucha significación, porque simbolizan la conciencia ancestral, y enrostrados en los tejidos y vestidos hechos de las llamas y alpacas, interactúan con todos los asistentes, llamándoles la atención sobre su olvido y recordándoles de donde venimos y que no hay que sentir vergüenza de lo que somos. En su contraparte, los Nakaq o negritos, hacen la parodia de los capataces, impuestos por el coloniaje principalmente en la minas, simbolizando la prepotencia y la agresividad del llamado mestizo, mientras en su uso de castellano se nota el acento mas bien femenino. Contrariamente a los sallqas que solo hablan quechua, simbolizan a los indígenas mas marginados y que viven en las punas, pero he aquí que están llenos de sapiencia y vitalidad, y su juego lleno de ironías y bromas picantes, hablan con acento paternal.

La tarde del anqusay, es una manera de recordarnos que somos beneficiarios de un regalo precioso: La sangre del Huamani don Pedro Orqo, el agua que nos da la vida, y que la manera de ser agradecidos con este precioso regalo es manteniéndonos hermanados en el Ayllu. Todo lo que fructificamos hay que cuidarlo y hay que cuidar que nuestras relaciones sean siempre de hermandad con todos.

Así es que en el momento cumbre de la tarde, todos se acercan a ambos bordes de la acequia donde discurre el agua, y con sus mejores ropas, sombreros, mantas coloridas y alegría desbordante, al momento indicado por el Auki, luego de hacer el respectivo chaninchay en el punto indicado, inician un intercambio de brindis que comparten con sus vecinos, y con todos los asistentes: Chicha de qora, de ayrampo, de molle, de quinua, junto con licor de caña o todo licor que provenga del fruto de la tierra, por toda la fila en un concierto que parece interminable. El anqusay no es para emborracharse ni cosa parecida, es un ritual sagrado de brindis entre los miembros de toda la comunidad, todos en general, y el Agua, el Huamani, la Pachamama. Por eso, cuando se brinda, el primer sorbo, convertido en chorro, va hacia el agua en su mayor cantidad, que de este modo, como un ser vivo y sagrado, brinda con nosotros. No se puede brindar prescindiendo del agua, lo importante es el brindar con y a través del espíritu sagrado de la Pachamama y el Huamáni que nos han regalado el agua y la vida misma.

El Ayla, la mas hermosa celebración del florecimiento.

El día sábado es dia de Ayla. Todos asistimos, comuneros de Chaupi, Qayau y Pichqachuri, o visitantes de otras comunidades y/o turistas que visitan Puquio. Qayau y Pichqachuri lo hacen desde el estanque de Churulla y Chaupi desde las acequias de Llallpu. (como ya dije, Ccollana tiene su celebración en Setiembre). Aquí, siendo una zona muy próxima a la ciudad se nota asistencia mucho mayor de visitantes y la algarabía general se concentra en la participación de los danzaq, nakaq, sallqas y flauteros. Todo en el ambiente esta preparando la despedida de la etapa ceremonial, y el inicio de la etapa festiva de celebración de la juventud.

Los danzantes ofrecen lo mejor de si, los nakaq y sallqas igualmente, llegan incluso a hacer representaciones teatrales de enfrentamientos, juegos en el agua y otras parodias jocosas. Los Aukis y pongos convocan a los asistentes a un anqusay con el que pediremos permiso al Huamani y la Pachamama, para retirarnos hasta el próximo año y aprestarnos a celebrar el florecimiento de la juventud que se ha de iniciar con la música, canto y baile del Ayla, hasta llegar a la ciudad.

Todos están invitados a participar de este anqusay y así, se abre aun mas la capacidad de hermanamiento de los ayllus. Comuneras y comuneros, niños jóvenes y ancianos, todos participan del anqusay y brindan con el agua y la pachamama, y a través de ella y con ella, brindar por el futuro promisorio del pueblo. Los sallqas siempre tratan de poner orden en el procedimiento tradicional y estimulan a la participación de todos.

Concluido el anqusay de despedida. Los Aukis, pongos y las autoridades del ayllu y cargontes de la fiesta, encabezan la caravana hacia la ciudad y se detienen unos kilómetros antes en el punto desde donde deberá partir el Ayla.

Allí, muchachas y muchachos en edad de florecimiento son convocados espontáneamente o de lo contrario son atrapados por las huaracas de los sallqas y nakaqs para formarlos en fila, hombres y mujeres, haciendo una colorida comparsa, con los cargontes, sus músicos, sus kuyaqs y amigos. Las muchachas y muchachos, solían usar sus mejores vestidos, sombreros y chalinas, típicos para la ocasión. El arte del tejido y confección de vestidos de la lamentablemente se está perdiendo y es reemplazada por la moda occidental y o los vestuarios de folklore de otras zonas. También las muchachas y muchachos han perdido el entusiasmo e iniciativa para aylar espontáneamente debido a la influencia de la moda citadina y la aculturación creciente, sin embargo, el compás de la música del arpa y violín, y su contagiante alegría, logra arrancar de su secuestro cultural a algunos y siempre se forma la comparsa que se abre paso entre la multitud, con su inmensa dosis de alegría, canto y danza contagiante.

El Ayla es una música, cando y danza que surge del amor y dedicada al amor en nuestros ayllus. Cuando es tiempo y momento para que brote el amor de pareja, nuestros abuelos nos enseñaron a respetarlo y a protegerlo. A los jóvenes les asiste el derecho de crecer y convertirse en adultos; para nosotros la adolescencia no existe, porque no impusimos carencias, desde niños éramos criados preparados para crecer y en nuestro mundo, no había tiempo para divagar. Era producto de una sabiduría ancestral que sabía observar y asumir el florecimiento de la juventud y se prepara para apoyarlos en el paso siguiente: la formación de pareja. Por eso, el Ayla es el una forma de bendición de la pachamama para dar inicio a una nueva etapa en la vida: La juventud.

En las últimos tiempos, la presencia de costumbres ajenas al ayllu y el creciente abuso del alcohol, fue empañando e intentó mansillar la imagen del Ayla y el baile en la fiesta del Agua en Puquio. La población citadina de origen hispano veía la fiesta del agua con desprecio, como fiesta de indios y afortunadamente durante mucho tiempo se mantuvieron al margen, pero algunos jóvenes y adultos bohemios alcoholizados hacían correr el rumor de que era una fiesta excitante en la que se podía hacer un “arrrastre” de una “chola”. Es decir, escondidos en la oscuridad de la noche, enfundados en ponchos y cubiertos el rostro con chalinas, podían entrar al baile (siempre fue abierto a quien quiera bailar), acercarse a una muchacha que le permita ingresar, emborracharla y luego abusar de ella. Rumores infundados como este, el alcohol y la violencia, fue introduciéndose en la fiesta paulatinamente, hasta casi desnaturalizarla por momentos.

Sin embargo, La belleza e integridad del Ayla se mantiene por encima de los factores de destrucción, y sus contenidos ancestrales están en posibilidad de recuperarse. Cuando los Aukis y Pongos, los padres de familia de los ayllus, los cargontes y los kuyaqs, lo hagan posible, podremos volver a encontrarnos con una majestuosa comparsa de música, canto, danza, colorido y alegrías sin igual, anunciadoras del ritual de florecimiento de una juventud, plena de esperanza en el amor, en la familia y en el futuro de los ayllus.

Poder mirar el desplazamiento de las comparsas de Ayla que llegan hacia Puquio, aún entremezcladas con jóvenes, adultos, ancianos y niños, es un panorama de extraordinaria belleza y su música y canto, un himno contagiante de jubilo ante el florecimiento. .

El baile danza de la “Sékia”: El ritmo contagiante del corazón.

A media noche del sábado, y hasta el día martes, el baile danza de la “sékia”, se instalará en las calles de los barrios de la ciudad: Pichccachuri, Qayau y Chaupi. Los cargontes y sus kuyaqs salen a ofrecer generosamente la música contagiante de la alegría, a todos y cada uno de los participantes y visitantes. La algarabía es general y el ir y venir del gentío en medio de las vianderas y vendedores le dan cada vez más un aspecto de feria, y en torno al arpa y violín de cada cargonte pueden danzar los grupos que quieran y estén preparados para ello. Un brindis respetuoso a los músicos es la única autorización para ser acompañados por 10, 15 minutos o mas en un incesante danzar al compás de la música y ritmo característico de esta fiesta, cuyos orígenes se pierden en las luces del tiempo.

Es un baile danza ceremonial diría yo, y la ceremonia trata de percibir y exteriorizar los sonidos del ritmo del corazón, cuando esta alegre y enamorado. Los pasos son enérgicos y suaves a la vez, atrevidos y gentiles, serios y coquetos. Los hombres y las mujeres por igual, se entregan íntegros a la alegría, la exaltan y la adoran sin reservas.

Nuestras tradiciones siguen las pulsaciones de la vida, y tienen la virtud de estimularla, adorarla, fructificarla. Los grupos han de danzar en círculo, bajo la vigilancia del mayordomo que danzara al centro con un lazo al aire dispuesto a aplicarle a quien no baile adecuadamente. Y la secuencia tiene sus pasos y saltitos característicos, avances y retrocesos, giros en ambas direcciones que se ejecutan cada intervalo. Pueden ser grupos mixtos de jóvenes, también de adultos y también de ancianos. Los niños tampoco están excluidos y hacen su aprendizaje cada que pueden entrar en escena en torno a los músicos.

Ultimamente, se puede observar algunas distorsiones que traen los jóvenes que regresan de la capital y se emborrachan perdiendo el sentido de la danza; solo quieren divertirse y en un afán agresivo caen en el desorden y la violencia. Antes en el contexto de danza de la “sekia” se podía dar, el ritual de sentido profiláctico: el “siqullunakuy”, que enfrentaba a jóvenes rivales circunstancialmente enemistados. Las peleas tenían ese sentido de control social de la violencia, y debía darse obedeciendo las reglas de respeto y límites. Peleas limpias como se decía. Este tipo de manejo de la violencia fue poco a poco perdiéndose y en su reemplazo, el alcoholismo y la delincuencia juvenil, han tratado de imponer la violencia citadina insana, algunas veces con trágicos resultados. Los enemigos de las costumbres ancestrales hicieron correr el rumor falso de que para el indígena: “si no hay un muerto, no es fiesta”, lo cual hace que personas que no conocen el ayllu y su cultura ancestral, se pongan una venda y ciegos, no puedan ver ni disfrutar la fiesta en toda su intensidad, desborde de alegría y fraternidad.

Terminado el baile danza de la fiesta de la sékia, los cargontes y mayordomos, se preparan y salen al despacho, una ceremonia ritual que tiene sus propios cantos y su propia musica inevitablemente triste. Todos los kuyaqs y quienes hayan participado de el Yaku Raymi, pueden y deben participar. Deben encomendarse al espíritu de nuestro huamáni y la pachamama, y despedirnos con respeto y cariño, hasta el próximo año. Se sabe que de no ser así, las desgracias pueden estar esperándonos en el camino. Las Chichas calientes y las limpias por parte de los Aukis, están a la orden del día, para quienes lo deseen.

Se podrían escribir muchos libros al respecto. Pero lo importante es preservar y enriquecer sus esencia y valores culturales pocas veces vistos en el mundo. Una música y ritmo que es la conjugación de los sentimientos de alegría. Tan profunda es la música que cualquier persona de cualquier parte del mundo, puede conectarse, sentirla y disfrutarla. Como suelo decir: hace bailar hasta a los cojos.

La vida para nosotros reproduce los caminos del circulo, no tiene un curso lineal; por eso retornamos siempre en el curso de una Wata ( año), maduramos con memoria y avanzamos con pequeñas y grandes evoluciones. Asimilamos y fructificamos, aprendemos también de nuestros errores, y siempre somos agradecidos con la vida. Los ayllus de Puquio somos pueblos de profunda espiritualidad y el Yaku Raymi, que significa “por, en homenaje, para, o celebrando al Agua” no es una fiesta cualquiera, sintetiza nuestro modo de vida con balance, equilibrio, armonia y reciprocidad.

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