miércoles, 3 de octubre de 2012

ACHIKIAMUYTAM PURICHKANCHIK

Caminamos al Amanecer

Juan Francisco Tincopa calle

 Rompiendo la noche 

Al comenzar este milenio, nació el proyecto QAWAQ. Juan Rivera Tosi y quien escribe estas líneas, coincidimos en una percepción fundamental: Había necesidad de informar y comunicar de manera independiente y digna; era necesario de que los “invisibles” del último medio milenio empezaran a expresarse con voz propia. Nosotros, como parte de ellos, habíamos de hablar en primera persona. “Los indígenas”, “campesinos”, “proletarios”, “comuneros”, “pueblos”, “naciones ancestrales” del Perú profundo; invisibles y silenciados por el colonialismo; y ahora en sintonía con el Gran Pachakuti, podíamos y debíamos ejercitar también la palabra. Cada quien en lo suyo, haciendo lo que le parece y puede hacer mejor, pero vinculados de algún modo a través de la revista. 

 QAWAQ, “Cultura andina y Caminantes”, nació para decir nuestras verdades, ser nosotros mismos, recuperar nuestro propio poder, sin limitarnos a reivindicaciones sociales, económicas y culturales, siempre burladas por todos los patrones de turno, expertos en hacer “teatro” para irrogarse representaciones manipulando a “las masas”, para finalmente hacer sus propios negocios, en su nombre. La izquierda y las doctrinas políticas, atrapadas y domesticadas por sus dogmas, no habían logrado y jamás lograrían entender a nuestra cultura andina, y en consecuencia tampoco iban a resolver los problemas fundamentales de opresión que afrontamos como naciones ancestrales y como humanidad. Por eso, desde un principio, QAWAQ tomó distancia de toda ideología, doctrina y/o comportamiento político. Mirando en retrospectiva, ese fue uno de los aciertos que nos ha permitido caminar y cumplir las 20 ediciones ininterrumpidas desde su segundo número. 

Sabíamos que a veces daríamos pasos a tientas. Aún creíamos y confiábamos en algunos valores de esta democracia, y suponíamos mal, que bastaba la identidad para que caminemos todos con determinación hacia nuestra emancipación cultural definitiva. Creíamos que estos “espacios democráticos” permitirían abrir posibilidades para la actividad empresarial de las comunidades, para el turismo comunitario realmente emparentado al ayni y la minka, para la defenza y protección de la naturaleza y la vida. Queríamos editar e imprimir una revista que realmente fuese para promover la Cultura Andina y estimular a los caminantes que luchan por recuperarla. Aún no estaba claro el conocimiento de como operan las leyes del mercado capitalista en todos los planos, incluyendo el cultural. Habría de correr bastante agua por el rio, para clarificar esta trampa mortal que pretende el culturicidio y la disección de nuestros restos mortales. Nuestra visión estaba neblinosa, como aquella que preceden al amanecer en nuestros andes, pero había la certeza de que el amanecer habría de llegar y con el nuestro caminar se haría mas intenso, nuestro avanzar y crecimiento mas afirmado en nuestras raíces. Juan Rivera Tosi ya no esta con nosotros físicamente, pero nos acompaña espiritualmente en este caminar y pienso que en estos momentos sonríe de satisfacción, porque la decisión fue acertada y viene dando sus frutos. 

Rayando la aurora 

Ahora bien, las circunstancias del presente son extraordinariamente transformadoras, los cambios que se están dando en el ámbito de la cultura son rapidísimos y profundos, abarcan la totalidad de los procesos, y reconstruyen los modos de vida ancestrales desde sus raíces, pese a que los asesinos continúan con su afán manipulador y destructor a cualquier precio. Esto se puede sentir, y se puede ver, se puede oler, se puede escuchar, incluso tocar; solo hace falta usar nuestros sentidos. Los cinco sentidos a los que nos han limitado, pero que ni siquiera los ejercitamos. El Pachakuti, retorno de la vida, abre infinitas posibilidades para lograr cultivos y cosechas saludables, para la creación y recreación culturales, para la comunión con la naturaleza, la celebración de la vida y los frutos que nos brinda; para lograr felicidades individuales y colectivas. 

Desde QAWAQ se comparte el mensaje de la acción transformadora de estos tiempos, en la medida de nuestras posibilidades, y nos da mucha alegría comprobar que los pocos hermanos y amigos que nos leen con atención y honestidad, se animan a formar parte del concierto, haciendo lo suyo, fructificando sus quehaceres cotidianos. También hemos comprobado que hay algunos que tratan de manipular y distorsionar nuestra palabra, pero no pueden lograrlo porque las verdades ancestrales tienen vida propia. Llegamos a pocos aún, quisiéramos llegar a mas, pero no con fines comerciales sino de hermandad. Son pocos los que ya le perdieron el miedo a alejarse del orden establecido y pocos los que se animan a participar en una publicación de ayni y de minka, pero su labor de fructificación tiene mas poder que los discursos demagógicos que se difunden por los medios. En QAWAQ no pretendemos representar a nadie porque ello es ajeno a nuestras tradiciones ancestrales, solo nos esforzamos por ser un instrumento para informar y comunicar nuestros quehaceres entre hermanos porque es venciendo la incomunicación y la desinformación que podemos allanar el camino a la vida que viene rayando la aurora. 

Sabemos que nuestra labor es pequeñita y tiene sus virtudes tanto como defectos, pero cada día tratamos de mejorar. Así mismo sabemos que cada vez hay mas labores pequeñitas y no tan pequeñitas que se multiplican por el mundo andino y por todo el planeta sembrando la vida, venciendo la resignación y la fatalidad. Ello nos anima y fortalece nuestro espíritu; confirma la trascendencia de esas labores y nos alienta vivir con dignidad y en hermandad; a entender que en la libertad humana hay una inmensa responsabilidad para preservar la vida y fructificarla con cariño. Entonces, entender este momento especial, nos ha de permitir visualizar mas claramente que estamos entrando a un camino que tiene un alcance de mas de 5 mil años y que aquello que hoy hagamos es importante para reconocer las huellas dejadas por nuestros ancestros y recuperar la vida en armonía, y equilibrio, recuperar la alegría de vivir en toda su intensidad.

Caminamos al amanecer 

Quienes han tenido la suerte de vivir en el campo, al amparo de una comunidad ancestral, saben que nuestros padres solían levantarse a las 3 de la madrugada, para caminar por los campos, recorrer el agua y tender los regadíos, ver que los animales estuvieran a salvo de depredadores y/o abigeos; y con los primeros rayos de sol, volvían a casa para levantarnos e indicarnos nuestros quehaceres, regañándonos algunas veces por apegarnos a la cama y a ese gusto exagerado por el dormir. Había que caminar al amanecer porque éste no espera, se viene iluminando incontenible, y era menester pues ponerse en sintonía y emprender las actividades cotidianas que hacían nuestra vida saludable y alegre. 

Si lo vemos en profundidad, nuestros padres ancestrales, Túpaq Amaru, Micaela Bastidas y tantos otros entrañables, se habían levantado de madrugada para hacer todas aquellas labores que nos preparasen para el amanecer y nos dijeron que dejemos ya de dormir que es momento de levantarse y caminar hacia el amanecer, encontrarnos con respeto y emprender nuestras labores que de fructificación de una vida sana saludable y alegre. Podemos verlo, podemos entenderlo; entonces es momento de que caminemos al amanecer. Hemos intentado reiteradamente ser transmisores de ese mensaje histórico ancestral y esperamos haberlo logrado aunque sea mínimamemte. 

Las labores y responsabilidades de las que hablamos no pueden ser ignoradas para seguir durmiendo, porque de ser así, nuestro día no será fructífero y las carencias y dificultades entraran en nuestra casa. Dormir es importante solo en la medida que sirve para recuperar nuestras energías y desintoxicarnos física y espiritualmente, abusar del sueño es contraproducente. Hagamos lo que hacíamos entonces: salgamos al solsito, a capturar esos primeros rayitos de sol que nos transmitan toda la intensidad del sentirnos vivos y con ganas de vivir. Entonces veremos que fácil es emprender las tareas de organizar nuestra habitación, preparar nuestros alimentos sanos y sabrosos, y salir al campo a las tareas de siembra, cosecha, pastoreo, construcción, etc. A las tareas que mas nos gusten y que disfrutemos intensamente. Caminar al amanecer, a encontrarnos puntualmente con sus rayos dadores de vida, implica tener ganas de vivir. Hemos de dejar atrás el sueño, la pereza, y la resignación. Es tiempo, ha llegado el momento de caminar y hacer todo aquello que sirva para dignificar y fructificar nuestra vida, armonizándola con todos sin excepción, incluyendo a todos los seres que estamos coexistiendo en la Pachamama. 

 Visualizando tareas y responsabilidades. 

Nosotros no tenemos obligaciones de trabajo, no aceptamos la esclavitud ni la servidumbre; lo que hacemos es elegir nuestras labores que mas nos gusten y se acomoden a nuestras habilidades, a aquellas que queremos ejercitar, y según ellas vamos caminado, jugando, danzando, armonizándolas con la de los demás, con la de nuestros hermanos en cualquier comunidad, incluyendo nuestros hermanos animalitos, plantitas, vientos, lluvias, montañas ríos y mares. En todo este proceso la palabra clave es respeto y cariño, y eso no se puede inventar, va naciendo de cada uno de nosotros desde las profundidades del alma, solo hay que dejarlos brotar. 

Pero en las circunstancias actuales, hay decisiones individuales y colectivas muy necesarias si queremos elegir el camino de la vida. Algunas de estas queremos proponer, para quien quiera tomarlas en cuenta: 

Hace falta en primer lugar reconectarnos con la naturaleza y el campo. Para la mayoría que vive atrapada en las grandes y pequeñas ciudades este es un desafío tremendo porque para ellos acostumbrados a las abstracciones y lo artificial, reconocer la naturaleza como su madre tomara su tiempo. Y como no se puede amar lo que no se conoce hará falta pues salir de las ciudades hacia la naturaleza y también traer la naturaleza a las ciudades. Los migrantes en los arenales de las grandes ciudades que los excluyeron, siempre llevaron consigo sus plantitas, arbolitos, florecitas, animalitos…esa es una pista, un rastro una seña, hay que profundizar en todas sus posibilidades. Todos deberíamos hacer huertas, reinventandolas y adaptándolas a las condiciones de la ciudad. Si ubicamos cada cosa en su lugar podemos entender que primero es la alimentación, luego viene la salud, el vestido, la vivienda y la fructificación. Las labores de creación, recreación correspondientes las haremos con alegría en la medida que resuelvan estas necesidades humanas, y en ese proceso, los saberes, el embellecimiento de la vida y las celebraciones cobraran mayor sentido y trascendencia, envolviéndonos a todos sin exclusiones racistas ni prejuicios de ninguna clase. 

Alimentarnos sanamente es una decisión que nos ha de permitir vivir mas y plenamente. En necesario entonces evitar y/o abandonar los hábitos alimenticios que dañan la salud a corto, mediano o largo plazo: los alimentos industrialmente procesados. Este es un primer paso, requisito para recuperar nuestro habito de preparar nuestros alimentos sanos y sabrosos. 

Cuidar la salud tiene que ver principalmente con una buena alimentación y también requiere el dejar de envenenar nuestro cuerpo con las drogas de la industria farmacéutica y la industria narcotraficante. Abandonar el criterio de que el cuidado de la salud debe ser un negocio. El mito de la medicina moderna dice que ha permitido una mejora en la salud de los seres humanos. Esto es una mentira construida con verdades a medias. En todo caso, rescatar solo aquello que en verdad sirva para preservar la salud integral del ser humano. La medicina de los pueblos ancestrales puede y debe ser recuperada en un proceso en el que vaya demostrando su eficacia y alto beneficio para el ser humano. 

Vestirnos con nuestros propios medios y creaciones, construir nuestras viviendas de igual modo, implica necesariamente abandonar los pies forzados del consumismo y la industria de los vestidos y la construcción, responsables de la destrucción de las condiciones de nuestra habilidad de vivir en el planeta tierra. No podemos seguir aceptando la uniformidad occidental y el culturicidio; y el primer paso es liberar nuestras mentes de esos condicionamientos a la moda, la imitación de lo extranjero y el consumismo irracional. 

Abandonar nuestra resignación y/o fidelidad a la violencia. Optar por la vida en paz, es una idea que todos aceptamos pero que muy pocos practicamos. Vivimos en un mundo lleno de ejércitos, de matanzas, de asaltos, y asesinos encumbrados en posiciones de poder político; todo esta situación la aceptamos y permitimos que se perpetúe. Somos responsables por nuestra indiferencia y soporte inconsciente. Ha llegado el momento de abandonar ese camino. 

Finalmente y mas importante: volver a reconstruir nuestras comunidades ancestrales, nuestras naciones ancestrales, nuestras formas de vida ancestrales. Esa ha de ser una manera de volver a la vida y supone que abandonemos a los habladores que siguen traficando con representaciones y con democracia. Nuestros ayllus nunca fueron democráticos y nunca aceptaron representaciones, fueron colectividades de consenso y de responsabilidades de auto gobierno directas, basadas en el pleno conocimiento de las personas y sus virtudes. 

Nuestras comunidades nunca fueron escenario para manipulaciones de inescrupulosos ni entregaron su poder de decisión a nadie. Renacer el ayllu será posible cuando hayamos abandonado los modelos dominadores impuestos por las leyes coloniales. Volver al ayllu es un desafío para todos y cada uno de nosotros y su recreación es posible no solo en los campos sino también en las ciudades. 

No se puede abandonar fácilmente una forma de vida y mentalidad colonial que se impuso en mas de 500 años, pero lo que si se puede es abandonar los comportamientos mas perjudiciales y también optar por reciclar todo, todo aquello susceptible de ser reciclado, a fin de no continuar su acción depredadora. 

Caminar al amanecer significa empezar a dar los primeros pasos, con entusiasmo y alegría. Esa es la responsabilidad que tenemos en QAWAQ y esperamos contar con cada uno de ustedes para reforzar nuestra labor. En ese esfuerzo nos encontraremos y lo celebraremos. 

Tupananchikkama

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