miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Taqrusqa runa kanmanchu?

 ¿EXISTE LO MESTIZO?

Atawallpa Oviedo Freire 

Todas las culturas y pueblos de la Tierra, desde siempre y más ahora con la globalización mediática y comercial, intercambian productos, creencias, tecnologías, etc. Lo que nos podría llevar a definir que todos somos mestizos, bajo el argumento de que todos hemos compartido o mezclado algo del otro. Por lo tanto, lo único que existiría en el mundo serían mestizos, y no habría que discutir más. Bajo este punto de vista, el punto central de definición y demarcación sería la mixtura, la hibridez, la mescolanza como eje conductor de la vida social. Pero, ¿será ese factor el único, y si no es el único, será el más importante entre otros elementos y variables para establecer posibles diferencias y diversidades? ¿Lo importante será buscar la unificación que homogeniza o el respeto a lo opuesto, a la variedad que construye la heterogeneización?

Evidentemente al mercado y al posmodernismo le interesa uniformizar a todo el mundo dentro de los mismos patrones y esquemas, por lo que aplaude toda forma de mixtura pues su rentabilidad es más alta. Y en esa trampa de lo mestizo están cayendo las nuevas teorías de interculturalidad y pluriculturalidad, aunque ese no sea su propósito. 

Para los defensores de lo mestizo el asunto principal es la combinación genética, el color de unos y otros, las formas exteriores, el nivel orgánico de las personas. Pero según el genoma humano -demostrado científicamente- no existen diferencias entre los seres humanos de ninguna parte de la Tierra, todos están constituidos de lo mismo. Entonces, ¿cómo puede mezclarse algo que es igual? Solo sería mezcla si se combinaran los humanos con las plantas o con los animales o con los minerales. Reducir todo a mestizaje sería la forma más simplona de ver la vida: lo que hay que hacer es buscar un mundo cruzado y punto. En este sentido, ¿cuál sería otra diferencia fundamental entre distintos pueblos o personas? La respuesta -entre otras- podría ser la forma de percepción de la realidad y de relación con ella, que tiene un determinado grupo. Es decir, la diferencia básica no está en el color de la piel, o en utilizar una prenda de vestir de otra cultura, o en comer algo que no es originario de esa región, sino en los postulados vivenciales, epistemológicos, ontológicos, axiológicos de uno y otro pueblo o tradición. Sería algo de fondo y no formal, como por ejemplo el utilizar la tecnología de otra tradición. En este ejemplo, el asunto central sería por qué se crea un tipo de tecnología y para qué se utiliza esa tecnología. Todas las sociedades han utilizado tecnologías pero la gran diferencia está en una tecnología en armonía con la naturaleza y una tecnología que la depreda o la degenera. Dicho de otra forma, una tecnología que coopera con la naturaleza y otra que interfiere con ella. 

Entonces, el asunto fundamental sería: el cómo ha sido utilizado -ó no- determinada tecnología por otro grupo diferente al creador de la misma. Un indígena puede utilizar una computadora no-indígena y no por eso deja de ser indígena, y un no-indígena puede utilizar la calculadora indígena (yupana) y no por eso deja de ser no-indígena. Entonces, hablar de lo indígena como algo que se circunscribe a una forma física o racial –que por cierto no existe verdaderamente- sería algo vacuo y manipulador para establecer diferencias humanas por solo el color de la piel, y de esta manera inconscientemente seguir reproduciendo el esquema de la colonialidad de superiores e inferiores. O el argumento de que utilizar ciertos elementos, técnicas o instrumentos de otra sociedad le hace perder su identidad, sería caer en un purismo fanático que a lo único que conduce es a otra de aberración extremista, creyendo que el vestido le hace al monje o confundir al camino con el caminante. 

Por tanto, lo indígena o nativo (términos genéricos para referirse a los pueblos originarios) hace referencia a un punto de vista o posición frente a la vida, en la que el ser nativo responde a una actitud cultural y el no-indígena se enmarca en una forma civilizatoria. Entendiendo a lo cultural como un estado de estar en la vida en correspondencia y reciprocidad con las leyes de la naturaleza, y lo civilizatorio a una forma de vida guiada por leyes políticas y sociales, o en diferencia a las leyes de la naturaleza. Históricamente se podría vislumbrar en forma básica dos tipos de mundos: unos que viven en interrelación con la naturaleza y aquellos que se distancian de la naturaleza porque la consideran salvaje, primitiva, inferior, bárbara…, y por ende los grupos humanos que viven dentro de esos mismos principios primordiales, también lo son. 

Desde otra forma de expresión, lo nativo o primitivo o ancestral u originario, es un estado de conciencia de las antiguas culturas vitalistas de característica matrilineal, horizontal, circular, complementaria, recíproca, tetraléctica; y el no-indígena o civilizado o moderno o desarrollado, es aquel que se inscribe en concepciones mecanicistas-patriarcalistas, con líneas de pensamientos denominadas modernidad, positivismo, ilustrismo, materialismo dialéctico, etc. Aquí lo que más importa no es el color de la piel sino las expresiones gnoseológicas sobre la vida, la realidad, y la naturaleza. Ese tipo de relación es lo que marca el modo de vida de cada pueblo y lo que importa en esencia para delimitar las posiciones. 

Bajo esta mirada, hay un número importante de indígenas o nativos o aborígenes o indios que todavía existen -dentro del siguiente orden- en: África, América, Asia, Oceanía y muy pocos en Europa. Lo que quiere decir que la población mundial ha sido paulatinamente civilizada, es decir, modificada de lo vitalista para convertirla en una población mecanicista: domesticada, reducida, adoctrinada, dogmatizada, robotizada. Siendo más precisos aún, hay dos tipos de conocimiento: la nativa de cosmoconciencia holística, integral, sistémica (totalidad), y la no-indígena de tipo de cosmovisión reductivista, separatista, divisoria (especialidad). 

La occidentalización 

 Amaruka (América) por miles de años y hasta hace 500 años funcionaba en una conciencia vitalista-integrativa. Pero cuando se produce la invasión monárquicoteista se instala el paradigma mecanicista o contranatural de tinte español, bajo el argumento de progresar a pueblos salvajes, idólatras, arcaicos, sodomitas... Hecho que se mantiene hasta la actualidad, donde los mejores, más inteligentes, más puros, más bellos son los no-indígenas o civilizados o cultos u occidentanos, y viceversa. Para consolidar aquello y buscar una forma fácil de distancia se inventaron el concepto de raza y crearon todo un apartheid por la forma física: blancos, mestizos, cholos, indios, negros, etc. 

Y ese mismo sistema y discurso se mantiene hasta nuestros días por varios grupos, a diferentes niveles y formas, pero en la misma línea. Y para ello tomando como eje a la supuesta existencia de razas dentro de los seres humanos, que de acuerdo a la genética no existen tales razas, pero sí el racismo detrás de un determinado color. Algunos últimamente ya no solo se circunscriben a lo racial sino hablan de lo cultural, artístico, tecnológico, etc., con lo que siguen con la línea impuesta por la conquista y su concepto de mestizo. Aunque algunos ahora le quieran hacer algún pequeño cambio al concepto de mestizo, pero lo cierto es que para unos y otros, si existe el mestizo. En el fondo, sigue manteniéndose una carga discriminatoria, segregacionista y jerárquica. Lo mestizo como otra forma de dominación, colonización y dogmatización (occidentalidad). Antes se superponía lo blanco a lo indígena, ahora es lo mestizo sobre lo indígena. Concepto de mestizo que solo existe en las ideas pues no existe en la realidad de la naturaleza, es decir, de la vida. En la naturaleza no hay nada mestizo, las combinaciones son entre elementos afines y no entre géneros diferentes. 

Desde este punto de vista, nosotros consideramos que en hay Bolivia (y en igual sentido para todo el mundo) los nativos bolivianos y los no-indígenas bolivianos, a estos últimos se les podría también llamar criollos o q´aras, como les dicen algunos en Bolivia. Otra forma de denominación y diferenciación, podría ser entre occidentalidad (identidad occidentana) y andinidad (identidad andina). Esto quiere decir, que puede haber individuos de tez cobriza pero que piensan, viven y sienten como q´aras u occidentanos, y viceversa. Ser q´ara no es simplemente ser “blanquito” sino un pensamiento-sentimiento diverso a lo nativo o a lo cultural o a la andinidad. En Europa, por ejemplo, unos son los celtas o los samis (minorías sobrevivientes) y la gran mayoría son los occidentanos. 

Tampoco desconocemos, otra forma de racismo por parte de ciertos individuos cobrizos o negros que también se centran en el color de la piel para interactuar en el mismo sentido contra los blancos. Lo único que refleja esto, es el resentimiento y el complejo por ciertos morenos, y la arrogancia y prepotencia por ciertos blancos, y esa sería otra diferencia real y sustancial. O que un personaje de tez cobriza llegue a ser presidente de Bolivia y que se diga que es un presidente indígena cuando sus políticas, concepciones y actos están en la misma línea de la occidentalidad con ciertos ribetes indigenistas y pachamamistas, pero que solo es un folclorismo más del mecanicismo izquierdista. Es decir, todos ellos han caído en la trampa del color de la piel para definir lo nativo y no pueden ver el color del alma y del corazón del ser humano, que eso es lo trascendente para ver su modo de vivir o su nivel de conciencia: vitalista o materialista, integral o fragmentario, natural o civilizado, culturizado o mecanizado, nativo u occidentano…


 

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