SUMAKAWSAY Y SUMACAINA
Por: Atahuallpa Oviedo Freire.
Atawallpa Oviedo Freire nació en las faldas del volcán Chimborazo, en la nación Puruhá, región del Chinchaysuyo, actualmente denominado Ecuador. Su pueblo se llama Chambo pero es vulgarmente conocido como la “tierra de los brujos”.
Ha venido profundizado la vision de las sabidurias ancestrales, particularmente de los Wawake, y practica también terapias energeticas y psico-espirituales. Su experiencia fue transcrita en 4 libros: “Los Hijos de la tierra”, “El retorno del hombre rojo”, “Caminantes del Arco Iris”, y “Qué es el Sumakawsay”.
Organizandor del primer encuentro de sanadores ancestrales andinos en Quito. Fue el primero en introducir en la materia de socio-antropología en la Facultad de Medicina de la Universidad Central la enseñanza de medicina andina. Así mismo creó el primer centro de estudios andinos a Quito.
Actualmente camina compartiendo los conocimeintos y terapias de nuestros abuelos y difundiendo pacticas que fortalezcan el proceso de recuperacion de nuestra cultura ancestral. En QAWAQ nos alegramos por contar con su colaboracion y el siguiente articulo producto de sus reflexiones y un acercamiento a el Sumakawsay.
Sumakawsay ó Buen Vivir
En los Andes existe una planta sagrada llamada Kuka mas vulgarmente conocida como Coca, la cual ha sido transformada o descuartizada por el proyecto contranatural o civilizatorio de la naturaleza y del ser humano en cocaína; como el opio del Asia, en morfina y en heroína.
La coca es una planta que reúne dentro de sí todas las vitaminas que existen y que otras plantas la tienen parcialmente. Absorbe de la tierra todos sus nutrientes que después ésta queda desfallecida y necesita tiempo para recuperarse, de ahí las propiedades curativas, alimenticias y energéticas que esta planta tiene. Por eso los pueblos andinos la denominan Cocamama, porque es como una madre nutricia que alimenta y provee de vida a todos sus hijos.
Pero el programa domesticador occidentalista (grupo elitista que domina a Europa, EEUU y casi todo el mundo) se encargó de ir reduciendo a la hoja de coca hasta obtener sus principios activos y de ahí obtener lo que denominaron cocaína. Droga que se convirtió en sofisticada y de la clase adinerada por los precios caros que tiene en su comercialización. La cocaína es de los grupos “altos” y la heroína de los “bajos”.
Durante estos 500 años de colonialismo, la élite occidentalizadora ha hecho de su camino de vida el destrozar y reducir (separar, dividir, fragmentar) a todos los saberes, culturas, ciencias, cosmocimientos, filosofías ancestrales de los pueblos andinos, de Amaruka (América) y de todo el mundo, empezando por sus propios lugares de origen (Eurasia central). Hemos vivido durante este tiempo etnocidios, genocidios, ecocidios, teocidios, ginocidios, etc., bajo el argumento de civilizar, culturizar, evangelizar, catequizar, evolucionar, desarrollar, progresar a los pueblos salvajes, atrasados, primitivos, lentos, subdesarrollados, tercermundistas…
Su último “culturacidio” ha sido con el sistema milenario de vida de los pueblos andinos denominado como Sumak Kawsay. Como buenos súbditos de la monarquía -y en especial del rey Midas- todo lo transforman en oro de sufrimiento y dolor, a igual que la cocaína, la heroína, y otras drogas hedonistas (anorexia) y robóticas (hikikomori) creadas últimamente por la identidad occidentalista (occidentalidad).
Al Sumak Kawsay le han denominado o traducido en español como Vivir Bien o Buen Vivir y le han puesto a la cola del socialismo. Y por otro lado, asociándole y mezclándole con el clásico buen vivir griego (Sócrates, Platón, Aristóteles) y romano (Constantino, Teodosio), que justamente son la “patriz” originaria o germinadora del paradigma de la occidentalidad. Identidad monoteísta-monárquica que acabara paulatinamente con las culturas vitalistas ancestrales de Eurasia y sus colonias en estos 2000 últimos años, a pretexto de combatir el paganismo o idolatría para imponer el cristianismo (el dios único y verdadero).
El buen vivir griego-romano es excluyente del propio sistema vitalista ancestral greco-latino (sol invictus). Pero a su vez este último es correspondiente con el solar andino (intiwatana) denominado genéricamente como sumakawsay (sumak kawsay: preferimos unir en una sola palabra entiendo la filosofía del Kichwa) o cultura de la vida (vitalismo). Es decir, el sistema vitalista y el sistema civilizatorio son dos sistemas totalmente disparejos desde su raíz fundacional, por lo que no pueden ser integrados dentro del mismo paraguas porque es atentar contra las cualidades y condiciones de cada sistema. Meterle en el mismo saco al sumakawsay andino con el vivir bien semita-helénico es simplemente creer que es lo mismo la coca que la cocaína o pretender mezclar el agua con el aceite. Nosotros queremos clarificar que no es lo mismo los conceptos y principios del sumakawsay y del vivir bien. Por lo que a esta pretendida correspondencia entre las dos, preferimos denominarla como sumacaína en la misma dimensión de la coca y la cocaína. Así contraponer la exclusión entre sumakawsay y sumacaína, o entre sumakawsay y vivir bien.
Los socialistas del siglo XXI.
Ante el fracaso y desgaste del marxismo y del socialismo “real” en el mundo entero, la izquierda (a igual que la derecha) busca siempre remozarse y presentarse como refrescante alternativa. Así se han ido rebautizando de socialistas marxistas-leninistas a socialistas revolucionarios, socialistas democráticos… hasta su último invento socialistas del siglo XXI. Siendo éstos últimos los que han intentado despertar al sumak kawsay pero que en realidad es un compuesto sincrético creado en el laboratorio de la meritocracia de la excelencia de la izquierda del siglo XXI, o como también le llaman ellos: socialismo del sumak kawsay o socialismo del buen vivir.
Los socialistas del siglo XXI han tenido siquiera el mérito (si podemos llamarlo así) de posar sus ojos en las tradiciones andinas, lo que implica de alguna manera una valoración y reconocimiento a los pueblos ancestrales que siguen viviendo en los Andes. Algunos de los cuales viven dentro de los mismos principios y formas desde miles de años (los mal llamados no contactados), otros con ciertas inclusiones civilizatorias domesticadoras (campesinos), y otros civilizacionados u occidentalizados profundamente (urbanos).
Por su parte, los autodenominados “socialistas auténticos” siguen todavía menospreciando a las culturas ancestrales y las ven como culturas básicas. Para ellos el único pensamiento científico es el materialismo dialéctico o pensamiento marxista. Todo lo demás es folclor o subjetivismo o idealismo burgués, en la que está incluida la filosofía o cosmovisión andina (leer el libro El discurso de la cosmovisión andina, una lectura marxista del mundo andino de Jorge Sosa Soruco).
No pueden concebir que los pueblos ancestrales de ninguna parte del mundo hayan elaborado un sistema de pensamiento elaborado de la realidad. Para ellos la historia de la humanidad es antes y después de Marx, como de igual manera para los cristianos para quienes el pensamiento de Cristo es el único verdadero. Los dos más grandes dogmas de la occidentalidad son el cristianismo y sus ramificaciones monárquicas-monoteístas (derecha), y el marxismo y sus ramificaciones materialistas-reduccionistas (izquierda); que son las dos caras de la misma moneda (el social-cristianismo y el social-marxismo).
Paradójicamente estos dos hombres son considerados los salvadores de la humanidad por ambas tendencias. Ambas posiciones tienen características mesiánicas, y su propósito es llegar al cielo o al poder político (ambos arriba) para ahí encontrar su fuente gestora de vida sobre las masas sufridas. Las dos son posiciones verticalistas, patriarcalistas, dialécticas, redentoras.
Tanto para los cristianos como para los marxistas su aspiración es redimir, por un lado al pueblo del pecado y por el otro lado de la explotación de clase. Recordemos que en los postulados de Marx hay una clara tendencia mesiánica fruto de su ascendencia judía, como lo señalan muchos estudiosos de Marx. Y la práctica de la izquierda ha tenido igual sentido de accionar a través de las experiencias emancipatorias, guerrilleras, liberacionistas… que se han vivido en todo el mundo.
Unas cuantas élites (pequeño-burgueses como dirían los marxistas) convertidas en las heroicas salvadoras del pueblo, a costa y a pesar de ellos, pues son los únicos que saben qué hacer y a dónde ir. O los partidos comunistas en el poder quienes mediante decreto y por la fuerza de la burocracia han querido imponer al Dios Estado como igual los neoliberalistas al Dios Mercado. De ahí el fracaso de la izquierda (como de la derecha) en todo el mundo, no existe ninguna experiencia rescatable tanto a nivel nacional como local o institucional. Todos se dan cuenta menos ellos mismos, tanto que ni siquiera han podido cambiar a sus propias familias. Alguien nos da un ejemplo de una familia socialista estable?
Irónicamente los más críticos con la filosofía andina son los marxistas ortodoxos para quienes todo intento de asentamiento en la identidad o filiación milenaria de los pueblos andinos es simplemente abofeteado con el argumento de que se quiere regresar al pasado. Así de simple echan por la borda toda iniciativa de guiarnos por nuestras propias leyes ancestrales, de pretender ser nosotros mismos, de actuar y convivir bajo los principios culturales generados en un proceso de más de 10.000 años de existencia. De un solo plumazo califican de retrógrados y con eso pretenden cortar toda posibilidad de ser diferentes. Hay que ser como ellos o no se es nada, o como ellos dicen: simple ilusionismo burgués.
Los dogmáticos izquierdistas dicen que luchan por el pueblo pero su miopía no les permite ver la totalidad sino solo al marxismo y son más marxistas que el propio Marx. Quién, si pudiera decir algo, creo que diría que prefiere ser olvidado a que hayan convertido a su pensamiento en una nueva religión materialista, como han hecho los cristianos con Cristo. Marx habló de comunismo primitivo con respeto y ejemplo a reproducir, pero para los marxistas actuales las sociedades ancestrales eran sociedades primitivas, atrasadas…, por eso dicen que no hay que regresar al pasado, que el pasado es de atraso. Y llanamente dicen que no hay nada que destacar ni valorizar y peor retomar o recuperar, pues creen que todo está perdido y simplemente hay que volverse marxistas.
“Buenas Intenciones”
Creemos que algunos socialistas del siglo XXI y marxistas-leninistas (en el caso del Ecuador pues en Bolivia es revisionismo) se han levantado con “buenas intenciones” a mirar a los pueblos ancestrales, pero no es suficiente mirar desde la occidentalidad de izquierda. Y más bien puede ser peligroso y salir el tiro por la culata, más que a ellos mismos contra los pueblos andinos por quienes dicen luchar y defender su cultura (interculturalidad, plurinacionalidad). Pues el Sumak kawsay es de ellos y si es mal utilizado será puesto por la intelectualidad académica como un desecho más al milenario vitalismo andino. Como de hecho algunos ya lo están haciendo sin siquiera conocer de qué se trata exactamente, solo se rigen por lo que han hecho Morales y Correa bajo el logotipo de sumak Kawsay. De ahí la imperiosa necesidad de poner a tiempo cada cosa en su lugar, y de precisar qué es lo uno y qué es lo otro.
En este sentido, los socialistas del siglo XXI pudieran ser más contraproducentes para la tradición andina que los mismos marxistas radicales, si es que no reaccionan a tiempo. Estos últimos, por ahora solo pierden el tiempo escribiendo en contra de la cosmoconciencia andina, aunque atacarán en su debido tiempo, como han hecho los guerrilleros en Colombia, Perú, Vietnam… con los pueblos campesinos, utilizándolos de carne de cañón pues solo la clase obrera y el partido, sirven para ellos.
Sin embargo se podría confiar que algunos miembros de los socialistas del siglo XXI puedan ser aliados verdaderos a largo plazo, aunque con mucho tino habrá que manejarse especialmente con los intelectuales que ahora andan escribiendo sobre el sumak kawsay como buen vivir-vivir bien. Hablar de lo andino sin haberse curado de la occidentalidad y de haber encarnado la cosmoconciencia andina y el sumak kawsay en su vida diaria, para pretender hablar por los pueblos nativos de su sistema ancestral de vida, es riesgoso y atrevido. Y más adelante no solo lo podrían transformar en sumacaína sino en sumacancerígeno.
En todo caso valoramos a esta izquierda no dogmática que se deja influenciar por el ecologismo, ambientalismo, humanismo, indigenismo, feminismo, culturalismo, misticismo, relativismo, sensorialismo, a diferentes niveles y que vayan despertando poco a poco y quizás algunos retomen el camino milenario natural o vitalismo.
De ahí que es importante nunca perder la mirada a la esencia de cualquier situación, y en este caso, ver que todos los presupuestos izquierdistas en el fondo están asentados y acentuados en los patrones fundacionales de la identidad monista u occidentalidad, y solo han incorporado ciertos matices de las corrientes holísticas, integrales y sistémicas (posmodernismo). Siendo ese el problema de fondo, que la distancia entre el capitalismo-socialismo y el sumakawsay-vitalismo no es a nivel simplemente de las ramas y peor de los frutos, sino de raíz y de tierra.
No se trata de que el socialismo integre superficialmente ciertos nuevos componentes de las culturas vitalistas como la complementariedad, la reciprocidad, la alternabilidad, la armonía, la estabilidad… sino que el socialismo debe ir al fondo de su episteme fundacional para desde ahí replantear todas sus creencias. Es decir, que la transformación no puede salir del mismo sistema explotador occidentalista sino desde fuera.
No es cuestión de hacer ajustes al sistema occidentalista de derecha para cambiarlo al de izquierda, sino salir del mismo en su totalidad. Quienes han creado esto no pueden cambiarse a sí mismo, tiene que ser de otro sistema que no sea la occidentalidad, sin que importe si es de izquierda o de derecha, pues en última instancia son los dos brazos y piernas del mismo cuerpo, aunque se anulen entre ellos. Pero todo esto implicaría contradecir a Marx, Lenin, Stalin, Mao, Fidel… por lo que es un absurdo hablar de socialismo con identidad, socialismo comunitario, socialismo andino amazónico, etc. Es decir, cambiar los apellidos para decir que es un socialismo diferente.
Pero lo más grave actualmente, es que los socialistas del siglo XXI han convertido al Sumak Kawsay en un modelo de desarrollo económico y en un modelo social, todo lo cual son anacronismos. Primero, porque no es nada de ello y después porque es más que todo ello, pero principalmente porque el vitalismo andino es un camino propio, con sus particulares principios, estructuras, metodologías, estrategias, etc. No puede ser convertido en un apéndice del socialismo, fundamentalmente porque es excluyente del socialismo y después porque el vitalismo es una vía diferente y disímil a toda la identidad civilizatoria u occidentalista, que en la mayoría de ambos planteamientos son excluyentes antes que complementarios y peor integrativos.
Lo que debe quedar claro es que es otra vía, una vía particular, original. De la que pueden o no estar de acuerdo los izquierdistas en general y los derechistas en particular (lo cual es obvio y así debe ser). Pero al menos debería ser respetado como otra vía y no incorporarlo al socialismo como un brazalete indigenista para dizque actualizarse o utilizarlo como trampolín para sus intereses de poder. Y en esto, los más resbaladizos son los “indígenas izquierdistas” que ahora dirigen la mayoría de organizaciones indígenas, que son indígenas de cara, socialistas de corazón, y hasta algunos de mente capitalista. Como igual hay al revés, gentes de rostro español pero de corazón andino o tawantinsuyano, por lo que creemos que algunos socialistas podrían despertar el vitalismo que ha existido en todas los pueblos del mundo y que subsiste en el inconsciente colectivo y en nuestra memoria genética (ADN).
Comprender el Vitalismo
Para ello lo básico a comprender es que el vitalismo es un paradigma que no funciona en la lucha de contrarios, ya sea la lucha de clases o la lucha del mercado (competencia). Sabemos que el sistema civilizatorio u occidentalidad está estructurado dentro de esa categoría de lucha y todas sus instituciones de derecha o izquierda están orientadas dentro de ese mismo propósito. La fuente del vitalismo es la armonía de complementarios u oposición de contrarios incluyentes. No negamos que existe la lucha de clases dentro del paradigma occidentalista pero eso no significa que es el prototipo de todas las culturas del mundo y de que todos han funcionado así y que todos deben guiarse por ese principio.
Valga clarificar que el vitalismo andino o sumakawsay no propugna la eliminación de “clases” o de grupos. Los pueblos andinos están de acuerdo en la diferencia y en la jerarquía, aunque no como una forma de explotación y de domino como en el modelo civilizatorio, sino como una forma de organización y de redistribución de acuerdo a las diferencias naturales y evidentes. Como de igual manera sucede en la naturaleza, donde hay jerarquías entre bio-sistemas que sostienen a otros más complejos y así sucesivamente. Lo que no significa que unos sean mejores sino simplemente diversos y con diferentes funciones para que la vida funcione. Y de ésta misma manera se le aplicaba al sistema vitalista de cosmunidad (no: comunidad).
No se pretende un igualitarismo o cosa parecida, por el contrario se valoriza la diferencia y se pretende la equidad (no: igualdad). Lo cual permite una sociedad práctica y funcional y no una utopía como es el dogma comunista. Los pueblos andinos practicaban más claramente el “DE CADA CUAL SEGÚN SU CAPACIDAD, A CADA CUAL SEGÚN SUS NECESIDADES” que los marxistas actuales. Somos culturas asentadas en lo concreto, en lo pragmático, en la realidad, y eso no significa considerar que unos seres humanos sean superiores a otros sino saber que hay diferencias y que hay que mirar globalmente y no absolutamente como actúan los marxistas.
Las jerarquías andinas no eran clases de una sobre otra, sino formas de organización que permitía el funcionamiento de la cosmunidad a diferentes niveles y grados. No era un sistema absolutista en donde una persona llamada rey manejaba a su antojo, era un sistema cosmunitario donde solo podía existir y funcionar por la cosmunidad y no por el absolutismo de un monarca o de un dios o de una clase progresista.
La prueba contunde es que el conquistador encontró un pueblo lleno de riquezas y de gran organización, lo que no quiere decir que todo era perfecto pero nada comparable con las sociedades de la edad media europea. Incluso tanto les impresionó a algunos que escribieron al respecto y otros buscaron emular para una Europa utópica. El mismo Marx lo sabía al hablar de las antiguas culturas que vivían en lo que él denominó el comunismo primitivo.
Y ese sistema, hoy los socialistas marxistas del siglo XXI lo quieren revivir, primero sin darse cuenta de que no estaba muerto sino de que está vivo y luego sin tomar conciencia de que tiene su propio recorrido y experiencia, con sus propios postulados y doctrinas, las cuales hay que conocerlas para pretender retomar el Sumak kawsay, y no solo querer utilizar el nombre o el estribillo general para adornarle de una nueva forma a un socialismo posmoderno.
En este sentido, la sumacaína termina resultando una nueva maniobra que se integra a la lista salvadora y civilizadora de la izquierda occidentalista, llámese: desarrollo, crecimiento, progreso, reducción de la pobreza, interculturalidad, plurinacionalidad, identidad, y ahora Buen Vivir/Vivir Bien.
La incapacidad de la izquierda por tejer su propio camino le ha llevado por múltiples acomodos durante todo su proceso histórico, no porque lo quieran sino porque el problema está en sus creencias de base: el occidentalismo civilizatorio. Algo de lo que no se dan cuenta y siguen en el mismo disco rayado, destruyéndose intelectualmente entre izquierdistas, mientras el pueblo sigue sin entenderles y peor seguirles. Ni siquiera la clase obrera les apoya, solo unos cuantos que lucran de las organizaciones sindicales e incluso hasta llegan a ser presidentes (Walesa-Lula) y no pasa nada.
Seguro que los izquierdistas quieren un cambio para la humanidad pero sus postulados están configurados por el mismo esquema que en la base sostiene a la derecha. Eso no pueden percibir y siguen empantanados en lo mismo, y podrán pasar otros 500 años y quizás no entenderán que el asunto fundamental no es entre izquierdismo y derechismo sino entre patriarcalismo-reduccionismo-racionalismo-materialismo-separatismo-objetivismo-monoteísmo-monarquismo-monopolismo-monotonismo y todos los monismos habidos y por haber, en exclusión y diferencia con el vitalismo milenario de todas las culturas solares y lunares del mundo entero: sinergia, simbiosis, homeostasis, correlación, espiralidad, consenso, concordancia, conciliación.
La prueba clara es que todos los proyectos izquierdistas (y viceversa) han sido adoptados fácilmente también por la derecha pues ambos tienen la misma raíz y solo se diferencian por los apellidos de uno y otro para así intentar diferenciase (democracia proletaria-democracia representativa, desarrollo económico-desarrollo sustentable, libertad de organización-libertad de mercado…). En este sentido, esta diferencia es una contradicción (o lucha en su caso) pero dentro del mismo paradigma constituyente, y el vitalismo es un arquetipo totalmente fuera de éste.
Y esto se puede ver en todo el proceso histórico autodemoninado libertario que no ha conducido a ninguna liberación real. Por ejemplo, tanto izquierdistas como derechistas resaltan y conmemoran la gesta independentista de Bolívar, Sucre, San Martin, etc., o de ciertas denominadas revoluciones liberales como la de Alfaro, Sandino, etc. Pero ninguna de ellas ha terminado con la explotación o la dominación de la occidentalidad, simplemente han sido procesos de recambio y reacomodo de las mismas posiciones de poder de ciertos grupos económicos en nuevas formas y nuevos métodos. Acaso alguno de los personajes citados y hoy tan renombrados por los socialistas del siglo XXI y por los “auténticos” revolucionarios, cuestionaron o criticaron a la occidentalidad. Lo único que hicieron fue reproducir en América lo que hicieron los republicanos franceses inaugurando la división social en los tres poderes.
Y así en todo, lo único que han hecho nuestros izquierdistas y derechistas es repetir lo que han hecho los unos y los otros en Europa, nada más (anatopismo). Alguien me da excepciones? Es que alguno ha hecho algo desde la tradición amarukana ancestral? El único personaje resaltable que cuestionó a algunos elementos de la “patriz” occidentalista fue José Martí, quién en su propuesta de “Nuestra América” reivindicó -de alguna manera- al paradigma de los pueblos ancestrales, hablando de la necesidad de tomar en cuenta los principios y percepciones de los antiguos pueblos de América y no solamente los postulados europeos. Todos los demás siguieron al ilustrismo europeo y luego al positivismo y al marxismo eurocentrista, y así en todas las ciencias, economías, políticas…
Los únicos y primeros que ahora en Europa cuestionan al occidentalismo y que van al fondo (aunque no lo ven precisamente así), son algunos como Dominique Temple, Stanislav Grof, James Lovelook, incluso el mismo Einstein y Max Planck con sus teorías relativistas y quánticas. Ellos son verdaderamente revolucionarios en Europa, el marxismo solo lo fue del capitalismo, el vitalismo europeo ancestral (no confundir con el vitalismo de Bergson, Nietzsche o Schopenhauer) lo es del paradigma monista a través de sus planteamientos de holisticidad, integralidad, sistemicidad, complementariedad, reciprocidad, vitalidad, tetralidad… que también son andinos aunque con ciertas oposiciones pero dentro de la misma matriz (”leer Mirar con los dos ojos”, de Javier Medina).
Nuestros socialistas han sido incapaces de hacer un socialismo americano, solo ciertos personajes como Mariátegui lo intentaron, lo cual es plausible para su época pero no para hoy seguir visiones neomariateguistas y hablar de socialismo indigenista. Como hoy otros que comienzan a hablar de bolivarianismo, (alfarismo en Ecuador) y le colan a marxismo y hasta indigenismo andinista (Chávez, Morales, Correa). Estuvo importante para su momento, como igual las acciones de los movimientos indígenas en sus inicios guiados por la izquierda, pero a esta “altura del partido” con los cambios y experiencias suscitadas no podemos seguir a la cola del socialismo internacional y peor poner a la tradición andina y su sistema del sumakawsay como un brazalete nacionalista o indigenista del socialismo, para que fracase como todo el proyecto izquierdista en su totalidad y el derechista evidentemente (vivir mejor).
De ahí que es importante diferenciar entre el sumakawsay y la sumacaína, como entre la coca y la cocaína, aunque para la occidentalidad no hay diferencia, la coca y la cocaína son drogas y punto. Ese ha sido su accionar y lo que han hecho es utilizar a los pueblos ancestrales desde siempre, ya sea por los independistas de la colonia que querían ya no seguir trabajando para los reyes de España pero si seguir guardando el poder y dejar todo como estaban las cosas. O es que acaso hubo algún cambio para el pueblo y a la final todo se mantuvo como estaba para las mayorías, especialmente para los pueblos ancestrales, y ahora nos quieren hacer que alabemos a una supuesta independencia cuando fue más lo mismo.
E igual han hecho los izquierdistas con las comunidades en su pretendida imposición del socialismo occidentalista, que no son más que cantos de sirena para que les apoyen en su lucha por la toma del poder y crear una burocracia estatal como es ahora la burocracia partidista, y como demuestra la vivencia de los partidos comunistas en el poder y su partido único (monismo).
El Camino y el Caminante
Lo que nos queda claro es que no están queriendo instaurar el vitalismo andino (sumakawsay) sino el socialismo, como ellos mismos lo señalan, y al menos en eso estamos de acuerdo. Por lo que solo va a quedar como una otra artimaña el indigenismo y el pachamamismo que ahora les ensalza y dizque les conmueve a los socialistas del siglo XXI y a ciertos marxistas-leninistas.
Sobre el pachamamismo es importante señalar que no hay que confundir el camino con el caminante. Si bien es una maniobra de esta izquierda, el utilizar a la ecología y la tradición andina como pachamamismo o al Sumak Kawsay como sumacaína, no quiere decir que la Filosofía Andina o el Sistema de Vida Andino no sean una alternativa real y una experiencia comprobada en cientos de años y que sigue latente para los pueblos andinos. Postulados que son un absurdo para la occidentalidad y los occidentalizados de los dos carriles, pero no para los andinos. Y no nos amargamos por ello pues cada cual puede hacer su camino y respetamos la diferencia, la variedad, la diversidad por más excluyente y tormentosa que sea.
En este sentido, el sumakawsay o vitalismo andino no es una nueva aventura para los pueblos andinos aunque si para los socialistas del siglo XXI que le han incorporado a las constituciones de Bolivia y Ecuador como algo nuevo, cuando es algo vivo a diferentes niveles en los pueblos andinos.
Dejamos bien en claro que el vitalismo andino no es algo del pasado y por ende no queremos regresar al pasado como acusan algunos detractores del arte de vivir en armonía (sumakawsay) y del vivir bien. El sistema andino está vivo y reluciente en algunos pueblos que decidieron alejarse de la civilización a sabiendas de lo que implicaba su relación en cualquier sentido. Sabiamente se escondieron, en muchos casos en lugares impenetrables para el conquistador y sus descendientes. Algunos hoy han sido ubicados y son calificados eufemísticamente de “pueblos aislados” pues antes les denominaban pueblos primitivos o salvajes por no querer dejarse “civilizar y culturizar”.
Pero hay otros pueblos que todavía permanecen totalmente ocultos y guardan la tradición y el sistema en su pureza ancestral. Y también subsiste en algunas cosmunidades y familias bien alejadas de la occidentalidad. Las cosmunidades que están más alejadas del “desarrollo civilizatorio” viven en el sistema ancestral, mientras las comunidades cercanas o dentro del sistema occidentalista lo tienen guardado en la memoria y en el inconsciente colectivo, por lo que tampoco en estos sectores ha desaparecido completamente. Existe fundamentalmente en nuestro ADN que está en concordancia con la biosfera, por lo que solo desaparecería si les extinguieran físicamente como hiciera la corona occidentalista inglesa en Norteamérica o la corona española en Uruguay y parte de Argentina y Chile.
Por lo tanto no es pasado sino algo vivo, solo para ciertos antropólogos y pensadores futuristas, las culturas ancestrales son cosas del pasado, de museo o del folklor. Esto no significa que queremos vivir del pasado sino que pretendemos que la experiencia acumulada y que vive en el presente a distintas maneras, aporte y contribuya a reformular nuestra vida y reinstaurar un mundo nuevo de relación armónica.
Atawallpa Oviedo Freire
MOVIMIENTO SUMAK (yuyarina@yahoo.es)
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